Cervantes
Miguel de Cervantes Saavedra (Alcalá de Henares, 29 de
septiembre de 1547 – Madrid, 22 de abril de 1616) fue un soldado, novelista, poeta y dramaturgo
español.Es considerado una de las máximas figuras de la literatura española y universalmente conocido por haber escrito Don Quijote de la Mancha, que muchos críticos han descrito como la primera novela moderna y una de las mejores obras de la literatura universal, además de ser el libro más editado y traducido de la historia, sólo superado por la Biblia. Se le ha dado el sobrenombre de «Príncipe de los Ingenios».
Sexto de los siete hijos del matrimonio de Rodrigo de Cervantes
Saavedra y Leonor de Cortinas, Miguel de Cervantes Saavedra nació en Alcalá
entre el 29 de septiembre y el 9 de octubre de 154. La familia de su padre
conocía la prosperidad, pero su abuelo Juan, graduado en leyes por Salamanca y
juez de la Santa Inquisición, abandonó el hogar y dejo a su mujer y al resto de
sus hijos en la indigencia, por lo que el padre de Cervantes se vio obligado a
ejercer su oficio de cirujano barbero, lo cual convirtió la infancia del niño
en una incansable peregrinación por las más populosas ciudades castellanas.
El destino de Miguel parecía prefigurarse en parte en el de su
padre quien, acosado por las deudas, abandonó Alcalá para buscar nuevos
horizontes en el próspero Valladolid, donde sufrió siete meses de cárcel por
impagos que obligaron a su familia a emigrar a Córdoba y posteriormente a
Sevilla.
A los diecisiete años Miguel era un adolescente tímido y
tartamudo, que asistía a clase al colegio de los jesuitas y se distraía como
asiduo espectador de las representaciones del popular Lope de Rueda.
En 1551 la hasta entonces pequeña y tranquila villa de Madrid
había sido convertida en capital por Felipe II, por lo que en los años
siguientes la ciudad quintuplicaría su tamaño y población y llevados,
nuevamente, por el afán de prosperar, los Cervantes se trasladaron en 1566 a la
nueva capital. No se sabe con certeza que Cervantes hubiera asistido a la
universidad.
En el año de 1569 un tal Miguel de Cervantes fue condenado en
Madrid a arresto y amputación de la mano derecha por herir a un tal Antonio de
Segura. La pena, corriente, se aplicaba a quien se atreviera a hacer uso de
armas en las proximidades de la residencia real. Por lo que ese mismo año huyo
a las posesiones españolas en Italia y se alisto como soldado.
Como soldado lucho en la famosa batalla de Lepanto. En su
transcurso recibió el escritor tres heridas, una de las cuales, si se acepta
esta hipótesis, inutilizó para siempre su mano izquierda y le valió el
apelativo de «el manco de Lepanto» como timbre de gloria.
Junto a su hermano menor, Rodrigo, Cervantes entró en batalla nuevamente
en Corfú, también al mando de Juan de Austria. En 1573 y 1574 se encontraba en
Sicilia y en Nápoles, donde mantuvo relaciones amorosas con una joven a quien
llamó «Silena» en sus poemas y de la que tuvo un hijo, Promontorio. De ahí se
fue a Genova y finalmente a Roma. Fue la época en que Cervantes se propuso
conseguir una situación social y económica más elevada dentro de la milicia,
con el cargo de alférez o capitán, para lo cual obtuvo dos cartas de
recomendación ante Felipe II, firmadas por Juan de Austria y por el virrey de
Nápoles, en las que se certificaba su valiente actuación en la batalla de
Lepanto.
Con esta intención, los Cervantes se embarcaron en la goleta Sol,
que partió de Nápoles el 20 de septiembre de 1575, y lo que debía ser un expeditivo
regreso a la patria se convirtió en el principio de una infortunada y larga
peripecia. A poco de zarpar, la goleta se extravió tras una tormenta que la
separó del resto de la flotilla y fue abordada, a la altura de Marsella, por
tres corsarios berberiscos al mando de un albanés renegado de nombre Arnaute
Mamí. Tras encarnizado combate y consiguiente muerte del capitán cristiano, los
hermanos cayeron prisioneros. Las cartas de recomendación salvaron la vida a
Cervantes pero serían, a la vez, la causa de lo prolongado de su cautiverio:
Mamí, convencido de hallarse ante una persona principal y de recursos, lo
convirtió en su esclavo y lo mantuvo apartado del habitual canje de prisioneros
y del tráfico de esclavos corriente entre turcos y cristianos. Esta
circunstancia y su mano lisiada lo eximieron de ir a las galeras.
Pero lo mantuvo prisionero durante casi 5 años, el 19 de
septiembre de 1580, fue liberado y se embarcó para España.
Cinco días más tarde, después de un lustro de cautiverio,
Cervantes llegó a Denia y volvió a Madrid. Tenía treinta y tres años y había
pasado los últimos diez entre la guerra y la prisión; su familia estaba empobrecida
y endeudada con el Consejo de las Cruzadas. Mientras, fruto de sus relaciones
clandestinas con una joven casada, Ana de Villafranca nació una hija, Isabel,
criada por su madre .
A los treinta y siete años Cervantes se casó. Su novia, Catalina
de Salazar y Palacios, era de una familia de un pueblo campesino de La Mancha.
Tenía sólo dieciocho años. Meses antes, el escritor había acabado su primera
obra importante, La Galatea, una novela pastoril. El editor Blas de
Robles le pagó 1.336 reales por el manuscrito. Esta cifra nada despreciable y
la buena acogida y el relativo éxito del libro animaron a Cervantes a dedicarse
a escribir comedias.
Entre 1585 y 1600 Cervantes fijó su residencia en Esquivías, pero
solía visitar Madrid solo y, allí, alternaba con los escritores de su tiempo,
leía sus obras y mantenía una permanente querella con Lope de Vega. Se dedico a
la recaudación de impuestos para la armada. También este destino le fue adverso
se enfrentó con la Iglesia por su excesivo celo recaudatorio y fue excomulgado
fue encarcelado, en 1592, acusado de vender parte del trigo requisado, hasta
que, al morir su madre en 1594, abandonó Andalucía y volvió a Madrid. Pero sus
penurias económicas siguieron acompañándole. Nombrado recaudador de impuestos,
quebró el banquero a quien había entregado importantes sumas y Cervantes dio
con sus huesos en la prisión, esta vez en la de Sevilla, donde permaneció cinco
meses. En esta época de extrema carencia comenzó probablemente la redacción del
Quijote.
Pero en 1605, a principios de año, apareció en Madrid El
ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha. La fama fue inmediata, pero los
efectos económicos apenas se hicieron notar.
Cervantes escribió a un ritmo imparable: las Novelas ejemplares, que
aparecieron en 1613; el Viaje al Parnaso, en verso, 1614. Ese mismo año lo
sorprendió la aparición, en Tarragona, de una segunda parte del Quijote, por un
tal Avellaneda, que se proclamó auténtica continuación de las aventuras del
hidalgo. Así, enfermo y urgido, acabó la segunda parte del Quijote, que
aparecería en el curso del mismo año.
A principios de 1616 estaba terminando su novela de aventuras en
estilo bizantino, Los trabajos de Persiles y Segismunda Unos meses antes
de su muerte, Cervantes tuvo una recompensa moral por sus penurias e
infortunios económicos ya circulaban traducciones al inglés y al francés desde
1612, y puede decirse que Cervantes supo que con el Quijote creaba una forma
literaria nueva. Supo también que introducía el género de la novela corta en
castellano con sus Novelas ejemplares.
Así, entre el 22 y el 23 de abril de 1616 murió en su casa de
Madrid, asistido por su esposa y una de sus sobrinas; envuelto en su hábito
franciscano y con el rostro sin cubrir, fue enterrado en el convento de las
trinitarias descalzas, en la entonces llamada calle de Cantarranas. Hoy se
desconoce la localización exacta de su tumba.
Novelas
Miguel de Cervantes cultivó, pero a
su original modo, los géneros narrativos habituales en la segunda mitad del siglo
XVI: la novela
bizantina, la novela
pastoril, la novela
picaresca, la novela
morisca, la sátira lucianesca, la miscelánea. Renovó un género, la novela, que se entendía
entonces a la italiana como relato breve, sin retórica y trascendencia.
Orden cronológico:
- La Galatea (1585)
- El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (1605)
- Novelas ejemplares (1613)
- El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha (1615)
- Los trabajos de Persiles y Sigismunda (1617)
La
Galatea
La Galatea fue la primera novela de Cervantes, en 1585. Forma parte del subgénero pastoril (una «égloga en prosa»
como define el autor), triunfante en el Renacimiento. Su primera publicación apareció cuando tenía 38 años con
el título de Primera parte de La Galatea. Como en otras novelas del
género los personajes son pastores idealizados que relatan sus cuitas y
expresan sus sentimientos en una naturaleza idílica.
La Galatea se divide en seis libros en los cuales se desarrollan una
historia principal y cuatro secundarias que comienzan en el amanecer y
finalizan al anochecer, como en las églogas tradicionales.
Novelas
ejemplares
Entre 1590 y 1612
Cervantes escribió una serie de novelas cortas que después acabaría reuniendo
en 1613 en la colección de las Novelas ejemplares, dada la
gran acogida que obtuvo con la primera parte del Quijote. En un
principio recibieron el nombre de Novelas ejemplares de honestísimo
entretenimiento.
- La gitanilla
- El amante liberal
- Rinconete y Cortadillo
- La española inglesa
- El licenciado Vidriera
- La fuerza de la sangre
- El celoso extremeño
- La ilustre fregona
- Las dos doncellas
- La señora Cornelia
- El casamiento engañoso
- El coloquio de los perros
La gitanilla es la más larga de las novelas ejemplares, y puede tener
elementos autobiográficos en una historia amorosa que tuvo un pariente lejano
de Cervantes. Como muchas otras de estas tramas, se centra en el artificio de
la agnición
o reconocimiento de una persona al final de la obra. Se trata de una muchacha
de origen noble raptada por unos gitanos y educada por ellos, y un noble que se
enamora y decide llevar vida gitanil tras ella, hasta que al fin se descubre
todo y la historia termina felizmente, posibilitándose el matrimonio de la
pareja.
El amante liberal es una novela
morisca donde también aparece el tema del
rapto, con la historia de un joven siciliano llamado Ricardo que es raptado al
igual que a la bellísima Leonisa que es vendida a dos moros por un judío para
regalársela al gran turco, entramada con líos amorosos, y aventuras.
En Rinconete y Cortadillo
dos muchachos «se desgarran» (se fugan de la casa familiar) y emprenden una
vida picaresca
con ayuda de la baraja y del hurto, hasta que van a parar a Sevilla, donde
mientras trabajan de esportilleros son captados por una asociación mafiosa de
malhechores, una especie de sindicato del crimen sevillano gobernado como una
cofradía por el hermano mayor, Monipodio. Se suceden diversas escenas de género
propias de un entremés
o una jácara donde se presentan alguaciles corruptos, ladrones, matones,
chulos y prostitutas; acabado este desfile de tipos, los pillos muchachos
deciden regenerarse.
En La española inglesa
el rapto vuelve a aparecer en la persona de una muchacha arrebatada en la
invasión inglesa de Cádiz y que se educa en Londres como dama de compañía de la
reina Isabel I de Inglaterra, que aparece descrita sin animadversión. Pierde el cabello
por un bebedizo pero todo se arregla al final.
En El licenciado Vidriera
el estudiante pobre Tomás Rodaja marcha a Salamanca a estudiar acompañando a un
noble y allí se licencia con honores; viaja por diversas ciudades de Italia,
pero pierde la razón a causa de un filtro de amor que le han suministrado en
secreto y cree tener el cuerpo de vidrio y ser sumamente frágil. Sin embargo,
su agudeza es sorprendente y todos le consultan. La novela es en realidad una
colección de las agudezas en prosa del protagonista, al estilo de una de las misceláneas tan frecuentes en el Siglo
de Oro. Finalmente recobra el juicio, pero
ya nadie le contrata ni va a verle.
En La fuerza de la sangre
se construye un relato casi policíaco, en el que una doncella violada con los
ojos tapados logra reconstruir intelectualmente el crimen hasta dar con el
culpable y forzar de él que se case con ella restituyendo su honor.
El celoso extremeño narra los celos patológicos de un viejo indiano que vuelve
a España enriquecido y encierra a su jovencísima esposa en una casa
herméticamente, sin permitirle que salga ni que nada masculino pase la puerta,
en la cual ha instalado como vigilante a un esclavo negro con orden de no dejar
pasar a nadie. El seductor Loaysa lo logra engatusando al negro, al que le
encanta la música, con una vihuela, y se acuesta con la moza. Sin embargo, no
hacen nada, aunque en el manuscrito de Porras de la Cámara sí se consuman los
cuernos. El viejo, humillado, se muere de pena.
En La ilustre fregona
dos jóvenes de buena familia, Carriazo y Avendaño, deciden lanzarse a la vida
picaresca. En un mesón de Toledo
Avendaño se enamora de Constanza, una fregona o sirvienta, lo que hará que los
dos jóvenes decidan detener allí su viaje. Finalmente se descubrirá que
Constanza es de noble nacimiento, hija natural del padre de Carriazo, por lo
que nada impedirá su boda con Avendaño.
El casamiento engañoso narra el timo que hace una señorita aparentemente honesta a
un militar casándose con él; éste ignora que ha sido una meretriz y esta lo
abandona dejándole una enfermedad venérea que debe purgar con sudores en el
hospital de Atocha, donde transcurre la próxima novela.
En El coloquio de los perros
el militar, que está purgando su enfermedad en medio de fuertes fiebres, asiste
de noche a la conversación entre dos perros, Cipión y Berganza; uno cuenta al
otro la historia de su vida y sus muchos (y muy sinvergüenzas) amos y dejan
para el día siguiente la relación del otro. Se trata de una fantasía al estilo
de las de Luciano de Samosata
y el desfile entremesil de tipos, entre ellos unos pastores y una bruja,
recuerda al de una novela
picaresca o un entremés.
Los
trabajos de Persiles y Sigismunda
Es la última obra de Cervantes.
Pertenece al subgénero de la novela
bizantina. En ella escribió la dedicatoria a Pedro Fernández de
Castro y Andrade, el 19
de abril de 1616, cuatro días antes de fallecer, donde se despide de la vida
citando estos versos:
Puesto ya el pie en el estribo,
con ansias de la muerte,
gran señor, esta te escribo.
con ansias de la muerte,
gran señor, esta te escribo.
El autor ve claramente que le queda
poca vida y se despide de sus amigos; no se hace ilusiones, sin embargo desea
vivir y terminar obras que tiene en el magín, cuyo título escribe: Las semanas del jardín, El famoso Bernardo y una segunda parte de La Galatea.
La novela, inspirada en la crónica
de Saxo Gramático
y Olao Magno y en las fantasías del Jardín de flores curiosas de Antonio de Torquemada, cuenta la peregrinación llevada a cabo por Persiles y
Sigismunda, dos príncipes nórdicos enamorados que se hacen pasar por hermanos
cambiándose los nombres por Periandro y Auristela. Separados por todo tipo de
peripecias, emprenden un viaje desde el norte de Europa hasta Roma,
pasando por España, con finalidad expiatoria antes de contraer matrimonio. Los
últimos pasajes del libro están poco limados, ya que el autor falleció antes de
corregirlos. La obra tuvo cierto éxito y se reimprimió varias veces, pero fue
olvidada en el siglo siguiente.
Poesía
Cervantes se afanó en ser poeta,
aunque llegó a dudar de su capacidad, como él mismo dijo antes de su muerte en Viaje
del Parnaso:
Yo que siempre trabajo y me desvelo
por parecer que tengo de poeta
la gracia que no quiso darme el cielo
por parecer que tengo de poeta
la gracia que no quiso darme el cielo
Se han perdido o no se han identificado casi todos los versos que no estaban incluidos en sus novelas o en sus obras teatrales; aunque se le suele llamar inventor de los versos de cabo roto, en realidad no fue él. Cervantes declara haber compuesto gran número de romances, entre los cuales estimaba especialmente uno sobre los celos.
Inicia su obra poética con las
cuatro composiciones dedicadas a Exequias de la reina Isabel de Valois.
Otros poemas fueron: A Pedro Padilla, A la muerte de Fernando de
Herrera, A la Austriada de Juan Rufo. Como poeta sin embargo destaca
en el tono cómico y satírico, y sus obras maestras son los sonetos Un
valentón de espátula y greguesco y Al túmulo del rey Felipe II, del
cual se hizo famoso los últimos versos:
Caló el chapeo, requirió la espada,
miró al soslayo, fuese, y no hubo nada.
miró al soslayo, fuese, y no hubo nada.
Viaje
del Parnaso
El único poema narrativo extenso de
Cervantes es El viaje del Parnaso (1614).
Está formado por tercetos encadenados, donde el autor critica a algunos poetas
españoles, satirizando a algunos y elogiando a otros. Narra de forma
autobiográfica en ocho capítulos un viaje al monte Parnaso, a bordo de una galera dirigida por Mercurio, en la que
algunos poetas elogiados tratan de defenderlo frente a los poetastros o malos
poetas.
Teatro
Dadas sus penurias económicas, el teatro fue la gran vocación de Cervantes. Escribe que cuando era
mozo «se le iban los ojos» tras el carro de los comediantes y que asistió a las
austeras representaciones de Lope
de Rueda. El teatro de Cervantes poseía un fin moral,
incluía personajes alegóricos y procuraba someterse a las tres unidades
aristotélicas de acción, tiempo y lugar. Pero la supremacía de Lope en este
campo era indiscutible. Cervantes nunca pudo sobrellevar este fracaso y se
mostró disgustado con el nuevo teatro lopesco en la primera parte del Quijote.
En sus piezas mayores el teatro de
Cervantes ha sido injustamente poco apreciado y representado, a excepción de la
que representa el ejemplo más acabado de imitación de las tragedias clásicas: El cerco de Numancia, también titulada La destrucción de Numancia, donde
se escenifica el tema patriótico del sacrificio colectivo ante el asedio del
general Escipión. Parecida inspiración patriótica poseen otras comedias,
como La conquista de Jerusalén, descubierta recientemente. Otras
comedias suyas tratan el tema, que tan directamente padeció el autor y al que
incluso se hace alusión en un pasaje de su última obra, el Persiles, del
cautiverio en Argel, como Los baños de Argel, Los tratos de Argel,
La gran sultana y El gallardo español, donde se ha querido
también encontrar la denuncia de la situación de los antiguos soldados como el
propio Cervantes. De tema más novelesco son La casa de los celos y selvas de
Ardenia, El laberinto de amor, La entretenida. Carácter
picaresco tienen Pedro de Urdemalas y El rufián dichoso.
Cervantes reunió sus obras no
representadas en Ocho comedias y ocho entremeses nunca representados;
además, se conservan otras obras en manuscrito: Los tratos de Argel, El
gallardo español, La gran sultana y Los baños de Argel.
Obras
perdidas y atribuidas
Cervantes mencionó en algunas
oportunidades otras obras que estaba escribiendo o pensaba escribir, así como
varias comedias suyas que habían sido representadas con éxito y cuyos textos se
han perdido.
Entre las obras que se ignora si
llegó a escribir o a completar cabe mencionar la segunda parte de La
Galatea, El famoso Bernardo (quizá un libro de caballerías referido a Bernardo del Carpio)
y Las semanas del jardín. También es posible que haya pensado en escribir una
continuación del libro de caballerías Belianís de Grecia.[cita requerida]
Las obras de teatro perdidas, que
Cervantes enumera son La gran Turquesca, La batalla naval, La Jerusalén,
La Amaranta o la del Mayo, El bosque amoroso, La única, La
bizarra Arsinda y La Confusa, que figuraba en el repertorio del
autor Juan Acacio aún en 1627. También fue obra suya una comedia llamada El
trato de Constantinopla y muerte de Selim.
Es posible que Cervantes empezara
a escribir el Quijote en alguno de sus periodos carcelarios a finales del
siglo XVI. Mas casi nada se sabe con certeza. En el verano de 1604 estaba
terminada la primera parte, que apareció publicada a comienzos de 1605 con el
título de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. El éxito fue
inmediato. En 1614 aparecía en Tarragona la continuación apócrifa escrita por
alguien oculto en el seudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda, quien
acumuló en el prólogo insultos contra Cervantes. Por entonces éste llevaba
muy avanzada la segunda parte de su inmortal novela. La terminó muy pronto, acuciado
por el robo literario y por las injurias recibidas. Por ello, a partir del
capítulo 59, no perdió ocasión de ridiculizar al falso Quijote y de asegurar
la autenticidad de los verdaderos don Quijote y Sancho. Esta segunda parte
apareció en 1615. En 1617 las dos partes se publicaron juntas en Barcelona. Y
desde entonces el Quijote se convirtió en uno de los libros más editados del
mundo y, con el tiempo, traducido a todas las lenguas con tradición
literaria.
Génesis del Quijote
Considerado en su conjunto, el
Quijote ofrece una anécdota bastante sencilla, unitaria y bien trabada: un
hidalgo manchego, enloquecido por las lecturas caballerescas, da en creerse
caballero andante y sale tres veces de su aldea en búsqueda de aventuras,
siempre auténticos disparates, hasta que regresa a su casa, enferma y recobra
el juicio. Sin el conjunto de la trama no está diseñado de un tirón, sino que
responde a un largo proceso creativo, de unos veinte años, un tanto sinuoso y
accidentado: cabe la posibilidad de que Cervantes ni siquiera imaginara en
los inicios cuál sería el resultado final.
Algunos cervantistas han defendido
la tesis de que Cervantes se propuso inicialmente escribir una novela corta
del tipo de las "ejemplares". Esta idea se basa en la unidad de los
seis primeros capítulos, en los que se lleva a cabo la primera salida de don
Quijote, su regreso a casa descalabrado y el escrutinio de su biblioteca por
el cura y el barbero. Otra razón es la estrecha relación entre el comienzo de
cada capítulo y el final del anterior. Y también apoya esta tesis la
semejanza entre los seis primeros capítulos y el anónimo Entremés de los
romances, donde el labrador Bartolo, enloquecido por la lectura de
romances, abandona su casa para imitar a los héroes del romancero, defiende a
una pastora y resulta apaleado por el zagal que la pretendía, y cuando es
hallado por su familia imagina que lo socorre el marqués de Mantua. Pero la
tesis de la novelita ejemplar es rechazada por otros estudiosos que
consideran que Cervantes concibió desde el principio una novela extensa.
Intención y significación de la
obra
Lo que sí resulta seguro es que
Cervantes escribió un libro divertido, rebosante de comicidad y humor, con el
ideal clásico de instruir y deleitar. Cervantes afirmó varias veces que su
primera intención era mostrar a los lectores de la época los disparates de
las novelas de caballerías. En efecto, el Quijote ofrece una parodia de las
disparatadas invenciones de tales obras. Pero significa mucho más que una
invectiva contra los libros de caballerías.
Por la riqueza y complejidad de su
contenido y de su estructura y técnica narrativa, la novela admite muchos
niveles de lectura, e interpretaciones tan diversas como considerarla una
obra de humor, una burla del idealismo humano, una destilación de amarga
ironía, un canto a la libertad o muchas más. También constituye una asombrosa
lección de teoría y práctica literarias. Porque, con frecuencia, se discute
sobre libros existentes y acerca de cómo escribir otros futuros, ya desde la
primera parte: escrutinio de la biblioteca de don Quijote, lectura de El
curioso impertinente en la venta de Juan Palomeque y disputa sobre libros
de caballerías y de historia, revisión de la novela y el teatro de la época
en la conversación entre el cura y el canónigo toledano... En la segunda
parte de la novela algunos personajes han leído ya la primera y hacen la
crítica de la misma. La primera parte será así el punto de referencia de las
discusiones sobre teoría literaria incluidas en la segunda.
Entre otras aportaciones más, el
Quijote ofrece asimismo un panorama de la sociedad española en su transición
de los siglos XVI al XVII, con personajes de todas las clases sociales,
representación de las más variadas profesiones y oficios, muestras de
costumbres y creencias populares. Sus dos personajes centrales, don Quijote y
Sancho, constituyen una síntesis poética del ser humano. Sancho representa el
apego a los valores materiales, mientras que don Quijote ejemplifica la
entrega a la defensa de un ideal libremente asumido. Mas no son dos figuras
contrarias, sino complementarias, que muestran la complejidad de la persona,
materialista e idealista a la vez.
La locura y los ideales
La locura era un motivo frecuente
en la literatura del renacimiento, como prueban las obras de Ariosto y de
Erasmo de Rotterdam. Don Quijote actúa como un paranoico enloquecido por los
libros de caballerías. Unos lo consideran un loco rematado, otros creen que
es un "loco entreverado", con intervalos de lucidez. En general se
admite que don Quijote actúa como loco en lo concerniente a la caballería
andante y razona con sano juicio en lo demás. Don Quijote transforma la
realidad y la acomoda a su ficción caballeresca: imagina castillos donde hay
ventas, ve gigantes en molinos de viento y, cuando se produce el descalabro,
también lo explica según el código caballeresco: los malos encantadores le
han escamoteado la realidad, envidiosos de su gloria.
Pero Don Quijote es también un
modelo de aspiración a un ideal ético y estético de vida. Se hace caballero
andante para defender la justicia en el mundo y desde el principio aspira a
ser personaje literario. En suma, quiere hacer el bien y vivir la vida como
una obra de arte. Se propone acometer "todo aquello que pueda hacer
perfecto y famoso a un andante caballero". Por eso imita los modelos,
entre los cuales el primero es Amadís de Gaula, a quien don Quijote emula en
la penitencia de Sierra Morena.
De ahí que Don Quijote provoque,
como se ha señalado a menudo, una sonrisa y una lágrima. Nos reímos de los
disparates del caballero; pero también sentimos la tristeza de ver fracasar
su intento de realizar unos ideales que deberían ser posibles.
Su influencia
Quizá Cervantes nunca llegó a
imaginar la importancia que su obra llegaría a tener para el desarrollo de la
literatura. Tan importante ha sido la influencia del Quijote, que han sido
innumerables los autores que han tomado esta obra como fuente de inspiración.
Entre
ellos cabe citar a William Shakespeare, Giovanni Meli, G. K. Chesterton, A.
V. Lunacharski y Jorge Luis Borges. La
obra de Cervantes también fue el punto de partida para importantes ensayos,
entre los que se puede mencionar Vida de don Quijote y Sancho, de
Miguel de Unamuno, y La ruta de don Quijote, de Azorín.
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